martes, 27 de octubre de 2015

Martin Gardner y la diversión matemática

Martin Gardner habría cumplido 101 años. Recordamos su gran logro: acercar las matemáticas al gran público, mediante retos como este, que divertían a la vez que desquiciaban.

1. ¿Puedes trazar cuatro líneas rectas, sin levantar la punta del lápiz del papel, que pasen por los nueve puntos de la ilustración?

2. ¿Con cuánta rapidez puedes multiplicar estos números?

256 x 3 x 45 x 3961 x 77 x 488 x 2809 x 0

3. ¿Puedes elegir seis dígitos de la ilustración que sumados den 21?



 Estos acertijos se pueden resolver nada más verlos en la pantalla, si uno es capaz de pensar diferente, o desistir después de darle muchas vueltas a la cabeza…  

Para Martin Gardner (1914-2010) era una forma de despertar el interés de la gente por las matemáticas. Así lo contaba en la revista Scientific American, donde se pasó más de veinte años publicando una columna mensual sobre juegos matemáticos: «Con seguridad, el mejor camino para despertar a un estudiante consiste en ofrecerle un intrigante juego, puzzle, truco de magia, chiste, paradoja, pareado de naturaleza matemática… o cualquiera de entre una veintena de cosas que los profesores aburridos tienden a evitar porque parecen frívolas».

Y es que Gardner fue algo más que un divulgador de los juegos matemáticos.
 Este licenciado en filosofía dedicó gran parte de su vida al periodismo y a la divulgación científica en general. Pero de todas las cosas que hizo, la que le hizo famoso en todo el mundo fue precisamente su legendaria sección mensual de juegos matemáticos, recopilados en libros como “¡Ajá! Paradojas que hacen pensar” o “Rosquillas anudadas y otras amenidades matemáticas”.

Además, Gardner fue un escéptico incansable. Junto con sus amigos Isaac Asimov y Carl Sagan, fundó en 1976 el Comité para la Investigación Escéptica (CSI, antes denominado CSICOP), una organización dedicada a la denuncia de la pseudociencia, en la que se volcó una vez que abandonó su columna de matemática recreativa. «Los científicos y los que escriben sobre ciencia tienen la obligación de denunciar los errores de la falsa ciencia, sobre todo en el campo de la medicina», decía.
Buena parte de sus textos sobre pseudociencia pueden leerse en español en sus libros “La ciencia. Lo bueno, lo malo y lo falso”, “La nueva era”, “Extravagancias y disparates” y “¿Tenían ombligo Adán y Eva?”.
Pero, sin lugar a dudas, su verdadero best-seller fue “Alicia anotada”. En él, descubre los conceptos matemáticos, los mensajes codificados y las jugadas de ajedrez ocultas en la obra de Lewis Carroll.

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